Con la sola ayuda de una grabadora y una pluma, Svetlana Aleksiévich se empeña en mantener viva la memoria de la tragedia que fue la URSS, en narrar las microhistorias de una gran utopía. "No hago preguntas sobre el socialismo, sino acerca del amor, los celos, la infancia, la vejez. O sobre la música, los bailes, los peinados. Sobre la infinidad de detalles relacionados con una vida desaparecida".
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