Después de muchos años de trabajo, Bjartur consigue tener su propia granja. Ni los fantasmas del pasado, ni sus vecinos, ni la inclemencia de los cielos y la tierra islandesa, ni las necesidades de su familia pueden interponerse entre él y su obstinación por ser un hombre independiente. Solo su hija, Ásta Sóllilja, puede conseguir abrir las primeras brechas en el corazón de piedra y el escarchado destino de Bjartur.
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